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Arquitectos: Diana Salvador
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Fotografías:JAG STUDIO
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Proveedores: Arkos, Edimca, Er Servicios, Lopez Metal Works, Madebú, Rothoblass, Technoswiss
Descripción enviada por el equipo del proyecto. SULA (género de aves suliformes comúnmente denominados piqueros) como fue nombrada, es una casa que se pre fabricó en Quito en 2 meses, integra 17000 tornillos y cerca de 2000 piezas elaboradas a medida en madera, metal, aluminio y vidrio. Fue trasladada en 2 camiones al puerto de Guayaquil y en 2 contenedores hasta Puerto Ayora - Santa Cruz Galápagos. Se ensambló en 1 mes con un equipo fijo de 4 personas y 6 personas itinerantes en diferentes especialidades. Fue creada para Catalina y su familia, residentes en las islas por más de 40 años.
Salir del continente con una casa en piezas es una apuesta por la innovación, es una oportunidad para transmitir un mensaje por el cambio de conciencia y entender que se puede construir sin causar impacto negativo, con el compromiso específico de ser ambientalmente responsable y que cada uno de los procesos impliquen la mayor optimización de recursos posible.
Crear un hábitat sensible y respetuoso con todos los actores; el medio ambiente, el contexto, el usuario y el equipo que lo concibe; ha sido la premisa del diseño. La escalabilidad, la flexibilidad de transporte, la adaptación al contexto y la industrialización de los procesos, ha permitido usar los recursos con mucha eficiencia y lo más importante de todo, se ha conseguido viajar con la Arquitectura.
Sula es el segundo ejercicio de prefabricación para validar la hipótesis de que se puede generar un sistema constructivo que promueva bienestar colectivo y genere un mínimo impacto en la huella de carbono. Una actitud radical frente al abordaje de la construcción y al rol que las mujeres desempeñamos en la práctica arquitectónica. Es el resultado de varias batallas para crear lo impensable.
La arquitectura. El diseño concilia la función con el confort interior planteando estrategias de bioclimatismo justificado sobre simulaciones térmicas dinámicas. Sub-elevar la edificación permite aprovechar la inercia y el paso de corrientes para formar una cámara de aire frío bajo la estructura. Las paredes junto a la cubierta generan una doble capa que alberga las vigas estructurales y forma otra cámara de aire que asegura la sobre ventilación de la piel interior. Las perforaciones en piso y pared permiten un aporte cruzado de aire.
La elevación de la casa facilita también, un posible desarme en caso de que requiera ser reubicada. Sula tiene sus piezas contadas, funciona con un Lego a gran escala que puede ser transportado en un camión e implantado en todo tipo de medio. Se minimiza al máximo el uso de hormigón, por ello se usó gaviones como cimentación, mismos que pueden ser fácilmente desmantelados en caso de reubicación pero sobre todo están pensados como una estrategia de no afectación al suelo. “Es una cuestión de respeto por la naturaleza”.
Cinco únicos materiales; madera, piedra, metal, vidrio y pvc intervienen de forma pura y proporcional para consolidar un elemento ambientalmente equilibrado. La participación de cada material fue filtrada por la condición de eficiencia y flexibilidad. El tablero contrachapado es el material más representativo, con el que se construyó; estructura, paredes interiores, mobiliario y tumbado. La precisión del formato sumado a un proceso de corte mecanizado garantiza la optimización de los recursos. Las cubiertas se armaron con planchas pvc, mismas que actúan como paraguas impermeabilizando la cabaña.
La arquitecta. Lo que somos y hacemos tiene su origen en la vida que recibimos; la familia, el lugar, la posición y las oportunidades con las que nacimos... Ser arquitecta, madre, mujer no es fácil de por sí.. no es queja, termina siendo una eterna gratitud con la vida por dejarme hacer la diferencia de alguna manera en un mundo perverso y lograr salir ilesa de esa mezcla. Es un privilegio poder hacer lo que quieras, cuando esto significa un verdadero aporte para el bienestar de todos. Una contribución al cambio de conciencia, al replanteo de valores y el cuestionamiento de qué realmente nos hace sentirnos vivos. Pensar en crear un hábitat realmente consecuente con el ambiente y con la calidad de vida de la persona, demanda una reflexión profunda y una experimentación agobiante por indefinida, pero valiosa. En un mundo por el cual no podemos hacer mucho, seamos al menos amables con nosotros mismos. Creemos un hábitat en el que no tengamos que sobrevivir. Uno que nos haga sentirnos realmente vivos.